Bitcoin y la historia. ¿Qué es Bitcoin?
Con la revolución neolítica surgió la necesidad que provocó la aparición de la institución del dinero. Bitcoin es su última manifestación conocida.
Hace unos meses tuve el honor de que Adrián Bernabéu me invitara a participar en el proyecto “WATAFAK is BITCOIN”, al objeto de responder a la pregunta ¿Qué es Bitcoin? A raíz de ello empecé a reflexionar algo más sobre estas cuestiones y el fruto es este artículo.
En “WATAFAK is BITCOIN” recomendaba leer “21 lecciones lo que aprendí cayendo en la madriguera de bitcoin” y el libro en construcción “21 maneras de ver bitcoin“. En el capítulo introductorio de este último se indica que Bitcoin es una cosa diferente para cada persona, por lo que no hay una respuesta breve y sencilla a la pregunta.
Para un matemático, podría ser un novedoso conjunto de herramientas criptográficas. Para un ingeniero, una brillante solución a problemas no resueltos (doble gasto, generales bizantinos…). Para las haciendas estatales, un activo susceptible de generar ganancias patrimoniales sujetas a tributación o incluso un potencial instrumento para el blanqueo de capitales. Para reguladores financieros (Banco Central, CNMV, ESMA), una amenaza a las facultades de fijar la política monetaria. Para un jurista civilista, podría ser una nueva forma de propiedad realmente absoluta que nunca antes se ha conocido en la historia. En esta línea, Boaz Sobrado, inspirándose en la parábola de los ciegos y el elefante, aborda la cuestión considerando el fenómeno susceptible de comportarse como un casino, un movimiento, un producto o una tecnología[1].
La perspectiva con la que observemos Bitcoin, o la manera con la que se nos cruza en la vida, determinará una particular definición o conceptuación del fenómeno. En estas situaciones debemos abstraernos, intentar superar esas particulares visiones, que inevitablemente adolecen de una cierta miopía, para intentar acercarnos a un nivel que pueda integrar a todas o al menos algunas de esas percepciones particulares, pues ciertamente, cada una de ellas no son sino los árboles que forman el bosque. Para ver el bosque tenemos que remontar el vuelo desde nuestro árbol y así tener una perspectiva más amplia. Y ello es especialmente relevante cuando se trata de mecanismos novedosos que intentan dar respuesta a problemas o necesidades antiguas, como es el caso de Bitcoin.
Esta circunstancia, entre otras cosas, nos lleva estudiar la historia, pues a menudo ésta encierra secretos sobre nuestro pasado que explican nuestro presente, como suele decirse (en una frase que se atribuye a Carl Sagan) “hay que conocer el pasado para entender el presente” y poder imaginar y construir el futuro. Y no solo eso, el pasado forma parte de nuestro presente, como decía Collingwood: “El pasado es la sustancia del presente: conocer el pasado no es saber cómo ha llegado el presente a ser lo que es, sino qué es.”[2].
La decantación de nuestros avances como sociedad se lleva a cabo en procesos de larga duración. Hace entre 1,5 y 2 millones de años nuestros ancestros empezaron a hacer uso del fuego, pero no sabían cómo encenderlo, tenían que aprovechar circunstancias naturales como los incendios provocados por rayos o erupciones volcánicas para conseguirlo, y luego averiguárselas para conservarlo[3]. De acuerdo con los actuales hallazgos arqueológicos, los homínidos tardaron cerca de un millón de años en conseguir domesticar el fuego hasta el punto de dominar cómo encenderlo sin depender de los accidentes de la naturaleza, lo que al parecer se consiguió hace unos 800.000 años.
Igualmente se estima que los homínidos consiguieron fabricar lo que hoy podríamos llamar un cuchillo de doble filo hace sobre 1,2 millones de años, si bien los primeros vestigios de utilización de la piedra se remontan a 2,6 millones de años, por lo que se tardó más de un millón de años desde que nuestros antepasados empezaron a fabricar herramientas de piedra hasta que se inventó el bifaz.
Tuvieron que pasar más de 700.000 años desde el dominio del fuego y más de 2 millones de años desde se empezaron a utilizar herramientas, para llegar a la revolución neolítica.
Con la revolución neolítica, dilatado y dispar proceso llevado a cabo entre 6.000 y 3.000 años antes de Cristo, es decir, hace cerca de 10.000 años, el hombre progresó de una manera singular. El desarrollo tecnológico, con la aparición de la agricultura y la ganadería, propició, entre otras cosas, que el hombre pasara de cazador-recolector a agricultor-ganadero y del nomadismo al sedentarismo. Se inventó (o descubrió) la rueda (hace 6.500 años) y se desarrolló la alfarería, de hecho, el primer “caso de uso” del que hay constancia sobre la rueda se refiere al torno de alfarero. Se “crearon las primeras ciudades, nació la aristocracia, la división de poderes, la guerra, la propiedad, la escritura, el crecimiento de población… Surgieron, en pocas palabras, los pilares del mundo en el que vivimos. Las sociedades actuales son sus herederas directas: nunca ha tenido tanto sentido hablar de revolución porque dio lugar a un mundo totalmente nuevo. Y tal vez fue también el momento en el que empezaron los problemas de la humanidad, no las soluciones”[4].
La importancia de esta revolución neolítica es de tal envergadura que lleva incluso a autores como Jean-Paul Demoule a sostener que “es la única verdadera revolución de la historia de la humanidad”, de forma que “la revolución digital que estamos viviendo actualmente no es más que una consecuencia a largo plazo de aquella. Pero curiosamente es la que menos se enseña en la escuela. Arrancamos con las grandes civilizaciones, como si fuesen obvias, pero es muy importante preguntarse por qué hemos llegado hasta aquí, por qué tenemos gobernantes, ejércitos, burocracia. Creo que en nuestro inconsciente no queremos hacernos esas preguntas”.
Con ocasión de esta revolución, empezaron a producirse excedentes en las comunidades de la especie homínida que había sobrevivido y surgió el problema o la necesidad de ocuparse de estos excedentes. En síntesis, con el excedente se podían hacer tres cosas: dejarlo perecer, que alguien nos lo quitara usando la violencia o, en tercer lugar, intercambiarlo voluntariamente por otras cosas que consideremos valiosas, contribuyendo así a la cooperación pacífica entre individuos, mejorar los sistemas de producción y aumentar la riqueza de la comunidad. Para satisfacer esta necesidad es conveniente poder usar algo que permita transmitir valor en el tiempo (función de reserva) y el espacio/persona (medio de intercambio), así como poder realizar cálculos económicos (unidad de cuenta), resumiendo así las tres funciones clásicas que se le atribuyen al dinero. Pero estas tres funciones son instrumentales de la necesidad que provoca la aparición de la institución: intercambio y cooperación.
Y aquí me detengo un poco, pues la necesidad a la que hacemos referencia, el problema que diría Guillermo Altares, es lo que da lugar a la institución que denominamos dinero, entendiendo por institución, siguiendo la definición del profesor Mario Verdugo, creaciones del obrar humano colectivo que, con carácter de permanencia, procuran satisfacer necesidades sociales. El dinero es, así, la institución creada por el hombre para satisfacer su necesidad de intercambio y cooperación, de forma análoga a cómo los nombres de dominio de Internet responden a la necesidad de identificar a los participantes de una comunicación, necesidad que acompaña al hombre desde que es tal[5].
Normalmente, cuando se estudian estas cuestiones monetarias se hace especial énfasis en las indicadas funciones clásicas. Pero estas tres funciones son meramente instrumentales, como hemos dicho antes. Son los árboles sobre los que nos tenemos que elevar para poder ver el bosque.
Digamos que, con carácter primario, tenemos la necesidad de rentabilizar nuestros excedentes, lo cual podemos hacer a través del intercambio y la cooperación, lo que nos lleva a su vez a la necesidad, o al menos conveniencia, de contar con un instrumento para transmitir (intercambiar en el espacio), almacenar (transmitir en el tiempo) valor y hacer cálculos económicos (unidad de cuenta).
El ser humano inició la búsqueda de ese instrumento hace cerca de 10.000 años y a lo largo de la historia hemos tenido muchas herramientas para intentar satisfacer estas necesidades, en un proceso evolutivo[6] en el que, ciertamente, Bitcoin es un hito histórico. Seguramente no acabe siendo más que otro peldaño en el proceso evolutivo de la institución, pero de unas consecuencias realmente trascendentes. No me extrañaría que los libros de historia escolares del futuro lejano, si es que todavía siguen existiendo, despachen en apenas unas páginas la evolución de la institución desde sus orígenes hasta llegar a Bitcoin.
Los incentivos que han acompañado a la institución en su evolución hasta la llegada de Bitcoin, en mayor o menor medida, han sido tremendamente perversos, en parte por la dinámica de los rendimientos de la violencia.
Y sobre la violencia me gustaría hacer otra reflexión. Antes sugería que la violencia era la alternativa a la cooperación para manejar nuestros excedentes. Igual era un análisis algo simple, pues la violencia y cooperación, de alguna forma, han estado siempre ligadas. No en vano, “nuestra forma de hacer la guerra es producto de nuestra forma de hacer negocios y de nuestra forma de producir.”[7] En última instancia, nos guste o no, y en mayor o menor grado, la violencia se integra en el elenco de posibilidades que tenemos para relacionarnos y, ¿por qué no?, realizar intercambios, incluso cooperar y procurar el avance de la sociedad. Bitcoin, entre otras muchas cosas, altera también los parámetros en los que se ha movido la violencia, pues incide sobre los incentivos o intereses que subyacen a la misma. Esa forma de hacer negocios, a la que hace referencia Andrés González Martín, está cambiando con Bitcoin, pero las inéditas posibilidades que nos ofrece para intercambiar valor de forma voluntaria y cooperar pacíficamente pueden también entrañar nuevas formas de hacer la guerra, de ejercer la violencia. Eso no debemos dejarlo de lado, pues raro es el avance tecnológico que no es susceptible de ser empleado para la violencia o con fines bélicos. Pero, de momento, esto es harina de otro costal.
A lo que iba: Bitcoin es el fruto de casi 10.000 años de investigaciones, experimentos, fracasos y aciertos en encontrar un instrumento que nos permita intercambiar nuestros excedentes, aprovechar eficazmente nuestro trabajo. Entre otras cosas importantes, como hemos dicho, altera por completo los incentivos que, hasta el momento, han gobernado la institución y moldeado la necesidad de intercambiar, de una manera y a un nivel que no habíamos conocido nunca antes.
Bitcoin puede ser algo novedoso, pero la necesidad que está llamada a satisfacer no, pues llevamos casi 10.000 años buscando la mejor manera de hacerlo.
De esta forma, ahora, tras haber reflexionado más sobre la cuestión que se planteaba al principio, diría que Bitcoin es la forma o manifestación más avanzada de la institución (dinero) que creó el hombre para satisfacer la necesidad social de intercambio y cooperación[8], facilitando la conservación y transmisión de valor.
- “Un grupo de ciegos escuchó que un extraño fenómeno, llamado Bitcoin, había sido traído al pueblo, pero ninguno de ellos era consciente de su forma. Por curiosidad dijeron: “Hay que inspeccionarlo y conocerlo al tacto, de lo que somos capaces”. Entonces lo buscaron, y cuando lo encontraron, lo tantearon.La primera persona, cuya mano aterrizó en los intercambios de cifrado, dijo: “¡Esto es como un casino en línea!”. Para otro cuya mano llegó a los creyentes libertarios de Bitcoin, parecía un movimiento religioso o político. En cuanto a otra persona, cuya mano estaba sobre ciudadanos de países autoritarios que evadían los controles de capital, dijo que Bitcoin es un producto. El ciego que puso su mano sobre los papeles de criptografía y los repositorios de código abierto, dijo que es una Tecnología.”
The Blind Men and the Coin – Part I. Disponible en:
https://boazsobrado.com/blog/2023/08/20/the-blind-men-and-the-coin-part-i/ ↑ - Citado en “La historia como dimensión del presente”. Juan Padilla Moreno. 2022. Disponible en:
https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/8576232.pdf ↑ - Recomiendo que vean la película “En busca del fuego” muy ilustrativa sobre nuestra ancestral relación con el fuego. https://www.youtube.com/watch?v=lHZW2OTNaS4 ↑
- “Esta sí fue una auténtica revolución”. GUILLERMO ALTARES. https://elpais.com/elpais/2018/04/20/ciencia/1524219983_369281.html ↑
- “…el nombre de dominio nos obliga a encarar una necesidad… que acompaña al hombre desde que es tal. En 1931 era expresada por Manuel Batllé de esta forma: “La necesidad de la designación de los individuos es tan antigua como el hecho de hablar con diferentes personas, remontándose, por tanto, a los primeros tiempos de la Humanidad”. El nombre de dominio responde a esa primigenia necesidad humana de designar, transmitida de alguna forma a los ordenadores que, miembros de algunas comunidades -redes-, reivindican un sistema de identificación con la finalidad de intercambiar información -¿hablar?- entre ellos.” El derecho al nombre de dominio. Javier Maestre 2001. Disponible en:
https://maestreabogados.com/wp-content/uploads/2014/11/libro-el-derecho-al-nombre-de-dominio.pdf ↑ - “La institución no es una cosa (versión sociologista) ni un fantasma (versión psicologista), sino un proceso: el movimiento de las fuerzas históricas que hacen y deshacen las formas.” R. Lourau, El Estado y el inconsciente. Ensayo de sociología Política, editorial Kairós, Barcelona, 1980. p.78. Citado por Verónica Gil Montes y Roberto Manero Brito en “Algunos referentes teóricos sobre el concepto de institución”, trabajo disponible en:
http://www.area3.org.es/Uploads/a3-16-refteorinstituci%C3%B3n.pdf
Nick Szabo incluso comenta que esta necesidad de cooperación es todavía más antigua y se canalizó a través de lo que denomina “coleccionables” que actuaron a modo de “protodinero”. Shelling Out: The Origins of Money: https://nakamotoinstitute.org/shelling-out/ ↑ - Andrés González Martín, citando a Alvin y Heide Toffler. Cuestiones sobre ética militar. pág. 96. Disponible en https://publicaciones.defensa.gob.es/cuestiones-sobre-etica-militar-libros-papel.html ↑
- Estaba tentado de añadir aquí el adjetivo “pacífica”, pero al día de hoy me decanto por no hacerlo. No descarto que Bitcoin pueda proporcionar nuevas formas de violencia al día de hoy desconocidas que hicieran devenir incorrecta esta adjetivación. ↑